Aquí puedes descargarte algunos documentos que pueden ser útiles si quieres comenzar un bosque-jardín en tu barrio o aprender más sobre la Tracción Animal , por ejemplo. Todo el matierial está bajo licencia creative commons.
TRACCIÓN ANIMAL
La primera parte del manual que usará la Escuela de Manresa cedido por Alfred García Ferrís, que desde La Longuera ofrece cursos de formación en este campo. Lo acompañamos de un pequeño video de muestra.
Más información en la página de la Asociación Nacional de Tracción Animal:
http://anta-laesteva.es
MANUAL DE TRACCIÓN ANIMAL MODERNA
Justificación
Aunque
muy antigua, la tracción animal se mantiene paradójicamente viva en
este inicio del siglo XXI, con importancia variable según países o
áreas geográficas.
Tengamos
en cuenta que, contra lo que nos podría parecer a los habitantes de
los países industrializados que asociamos inmediatamente agricultura
a mecanización, la mayoría de los agricultores del mundo (casi los
dos tercios del total, o sea unos 8oo millones de agricultores)
trabajan todavía básicamente a mano. Vienen a continuación los que
se ayudan con la utilización de la tracción animal, que son unos
400 millones. Finalmente, los que utilizan la mecanización
motorizada, que no llegan al centenar de millones pero que son
también los que utilizan más “inputs” (energéticos, químicos
y genéticos), los que trabajan las superficies más grandes y los
que tienen la productividad y los rendimientos más altos por persona
activa. Lo que no quiere decir que ello sea debido exclusivamente a
la utilización de la maquinaria motorizada. Como prueba tenemos el
ejemplo de los Estados Unidos: las mayores productividades agrícolas
en un país tan tecnificado, se dan en las granjas que los Amish
trabajan en varios estados, debido a la utilización intensiva, a las
rotaciones que practican, a la utilización de herramientas simples
pero muy eficientes, a la interacción entre ganadería y
agricultura, etc. Recordemos que el trabajo de la tierra y de
transporte en las granjas de este colectivo se realizan
exclusivamente gracias a la tracción animal.
A
lo largo de los siglos la tracción animal se ha revelado como
“motor” del progreso agrícola gracias tanto al cultivo de la
tierra propiamente dicho como a las ventajas en el transporte de los
productos. Ha permitido una mejor eficacia del trabajo del suelo y un
incremento en la rapidez de las intervenciones (siembra, transporte,
etc.) y en la productividad del trabajo humano. También ha
contribuido significativamente a una mejor asociación de agricultura
y ganadería aprovechando los estiércoles animales para el
mantenimiento (o aumento) de la fertilidad de los suelos y a la
alimentación de los animales a partir del sistema de cultivos.
Pero
es que, además, esta forma de energía se manifiesta más
respetuosa, ahorradora, ecológica, adaptada y flexible a contextos
agrícolas, socio-económicos, ecológicos y energéticos que, muy
probablemente, van a cambiar drásticamente en el curso de los
próximos lustros. La utilización de la energía animal se presenta
tanto como una oportunidad esencial para un gran número de
agricultores en los países en desarrollo como alternativa
interesante para algunos productores del primer mundo.
Como
dice el amigo Bernard Dangeard en varios trabajos más que
recomendables, la
disponibilidad y el precio de las fuentes de energía provenientes
del petróleo son elementos que van a pesar cada vez más. En los
países en que no existe ayuda gubernamental para abaratar costos,
los tractores tienen menos arrogancia, es decir, que únicamente son
utilizados para lo esencial y para lo que son difíciles de
reemplazar. En
los trabajos de tracción pura (trabajo del suelo, transporte de
proximidad, atenciones a la granja, etc.….) la energía animal debe
ser preferida al tractor por ser energéticamente más eficiente,
reservando el tractor para los trabajos específicos que necesitan de
toma de fuerza, energía hidráulica o para los transportes a grandes
distancias o de grandes tonelajes.
Todo
lo comentado hasta ahora, nos podría hacer pensar que se va a
generar un vasto movimiento hacia la utilización de la tracción
animal. Sin embargo, es bien posible que no avancemos tan rápido,
debido seguramente a varias razones. Por un lado:
-culturalmente
seguimos asociando el recurso al
animal de trabajo con una situación de retraso cultural, de
retroceso. Este juicio permanece en nuestro “subconsciente cultural
colectivo”
-sociológicamente
aquel que utiliza un animal para trabajar, es porque no ha sabido
evolucionar o porque ha permanecido prisionero o tributario de una
manera de hacer ineficaz y retrógrada.
Por
otro:
-
la pérdida de ciertos “saber-hacer”, es decir, el no tener la
formación suficiente para trabajar con animales, el no saber cómo
hacerlo.
-
a la no disponibilidad de animales de trabajo,….
-el
no disponer de herramienta moderna, adaptada y eficaz.
Cuando
todos los agricultores estaban obligados a trabajar con los caballos,
mulas, burros, vacas o bueyes según las regiones o costumbres, había
quien adquiría maestría en la conducción de sus animales y las
técnicas de trabajo asociadas, mientras que otros se limitaban a
sufrirlo por falta de aprendizaje, de saber o de gusto.
Esperemos
que este manual, así como, sobre todo, la pervivencia de un puñado
de profesionales que han construido y mantenido un saber-hacer contra
viento y marea, ayude:
-
a subsanar algunas de las carencias técnico-prácticas que tengamos.
-
contribuya a la dignificación de la “imagen colectiva” que
tenemos asociada a la idea de trabajar con animales así como la de
las personas que con ellos trabajamos.
-
a la vez que nos estimule en nuestros ánimos y proyectos.
¿De
dónde nace la idea de este manual?
En
todos los cursos o talleres sobre la utilización moderna de la
tracción animal que estoy últimamente animando o impartiendo,
constato la necesidad por parte de los asistentes de seguir
profundizando con solvencia en el tema y de tener un material de
consulta, refresco y estímulo para seguir adelante. Por ello me he
animado a intentar poner lo que tengo aprendido, practicado o
estudiado sobre este tema en algún tipo de soporte (o informático o
de papel) para que sirva de ayuda a aquellos que quieren iniciarse o
profundizar.
Junto
a ello existe otro factor: L’Escola Agrària de Manresa
(Barcelona), con la que he colaborado en algunas formaciones sobre el
tema que nos ocupa, entró en un proyecto llamado BIOTACC dentro del
programa de estudios Leonardo con otros centros de formación agraria
de Europa. Como fruto de este proyecto han publicado un manual
(sobretodo escrito por los integrantes franceses del proyecto) de
gran utilidad, traducido al catalán por el amigo Charles Descombes
(profesor de L’Escola Agrària de Manresa) y con colaboraciones de
Pau Nieto (Baster, o sea, guarnicionero artesano en Barcelona)
Por
el interés que tenía este manual para la gente que quiere
introducirse en este mundo, en un principio me puse a traducir este
manual al castellano. Posteriormente me di cuenta de que podía
enriquecerlo mucho con la experiencia que ya tenemos acumulada tanto
por mí como por el amigo Abel Ibáñez sobre el tema, a la vez que
situarlo en un contexto agronómico y cultural mucho más cercano al
de las personas castellano-parlantes que se interesan sobre este
tema.
Todo
ello junto fue lo que me animó a “poner la mano al arado y no
volver la vista atrás”, para que los surcos con los que abrir este
campo fueran lo más rectos, provechosos y sustanciosos para la
semilla que queremos sembrar.
Del
cómo usar y entender este manual
Vaya
por delante que este documento se trata de eso, de un manual que
intenta ser práctico, no técnico sino asequible, no exhaustivo pero
sí completo.
Así
por ejemplo cuando hablo de la alimentación de los animales he
renunciado a presentar toda la serie de tablas de nutrientes de los
diferentes alimentos y necesidades nutritivas de los diferentes
animales a diferentes edades o periodos de trabajo que se pueden
encontrar en las publicaciones especializadas de veterinarios o
técnicos agrícolas.
Con
ello quiero decir que no pretendo sustituir el saber más exhaustivo,
técnico o profundo que poseen las personas adecuadas o las
publicaciones especializadas.
Por
eso recomiendo encarecidamente que, en caso de que decidamos optar
por el camino de trabajar con animales, intentemos rodearnos de un
buen veterinario, un buen herrador, un buen guarnicionero, un buen
herrero fabricante de herramientas, un buen criador, un buen educador
de animales, etc., etc. Teniendo esta sabiduría cercana a nosotros,
nos va a resultar todo mucho más fácil.
Pero
para ello tenemos que “reconstruir” todo el “ecosistema humano”
de necesidades y saberes que existía en las zonas rurales cuando la
utilización de los animales para el trabajo era el pan nuestro
cotidiano. Algo parecido, en cierta medida, a lo que existe hoy en
día en torno al mundo de los tractores y el maquinismo: difícilmente
podríamos trabajar con ellos si no tuviéramos cerca una gasolinera,
un mecánico, alguien que nos arregle los pinchazos, un fabricante de
herramientas o aperos, un…
Sirva
pues también este manual para “recrear” toda esa sabiduría
humana que tiene que ir acompañando el proceso en el que los
animales de trabajo vuelvan a tener, desde una visión moderna,
respetuosa, práctica y ecológica, el lugar que seguramente vamos a
tener que rescatar para ellos.
¿De
qué consta este manual?
Este
libro está estructurado en varios temarios que abarcan desde lo más
básico a lo más completo que es necesario saber para introducirnos
en este mundo de la utilización agrícola de la tracción animal con
garantías, conocimientos y juicio.
El
temario primero comprende todo lo relativo al animal de trabajo,
desde su selección, crianza, cuidados, alimentación, alojamientos,
etc.
En
el temario segundo recogemos lo que es el animal ante el trabajo,
es decir, su educación, guarniciones y formas de enganche y trabajo
con un solo animal o con varios dispuestos en conjunto.
El
tercero muestra las diferentes herramientas,
desde lo más sencillo a lo más elaborado, con las que podemos
trabajar los diferentes cultivos: hortícolas, viña, extensivos y
saca de madera. También algunos modelos de carros agrícolas.
En
el cuarto abordamos ya las técnicas concretas de trabajo
en cada una de las especialidades posibles.
Finalmente
en
el quinto hacemos
algunas
aproximaciones económicas
y algunas reflexiones de futuro acerca del trabajo con animales.
EL
ANIMAL DE TRABAJO
“El
desafío más importante es el de recrear un vínculo entre
los animales de trabajo y la
sociedad en su conjunto. Los animales son auxiliares,
no esclavos. Los caballos necesitan
ejercicio para su bienestar, y hombres y caballos tienen un pasado de
colaboración desde hace tiempo. El caballo aprecia la presencia y
proximidad de los humanos. Es un animal sociable. Vive en manadas en
estado salvaje, pero también en estado doméstico. Solo en su
cuadra, se aburre. Aprecia el trabajo y por poco que aquel o aquella
que lo conduce sepan comprenderlo y ser atento, es capaz de esfuerzos
importantes y sostenidos con una gran atención a lo que hace. El
desafío es pues el de hacer sentir y comprender la posibilidad de
esa connivencia, de reaprender a vivir juntos de manera de nuevo
visible, de volver a una presencia de nuevo normal y bien aceptada”
Bernard
Dangeard
La
elección de un compañero de trabajo del cual tendremos la
responsabilidad 365 días al año durante muchos años no es un tema
baladí. Antes de precipitarnos sobre una buena ocasión en internet
o sobre un enamoramiento a primera vista, convendrá que nos hagamos
algunas preguntas, pues el éxito de los proyectos de tracción
animal depende en buena parte de la armonía entre el hombre y el
animal.
Algunas
definiciones
Caballo
(en genérico). Mamífero de la familia de los équidos. Dentro de
ellos es el que más talla y temperamento más vivo suele tener.
Dentro de esta denominación genérica podemos puntualizar entre:
Semental:
Caballo macho, autorizado para la reproducción y dedicado a padre.
Entero:
Caballo macho no castrado pero no necesariamente padre.
Capón:
macho castrado
Yegua:
la hembra del caballo.
Yegua
de vientre:
yegua que se dedica a la reproducción.
Asno
o burro:
mamífero de la familia de los équidos, de menor talla que los
caballos y con las orejas más largas.
Burra:
hembra del burro
Garañón:
burro macho que se dedica a cubrir yeguas para producir mulas.
Mula
o acémila:
es el animal que obtenemos al cruzar caballo-burra o bien
burro-yegua. Son por lo tanto híbridos y animales estériles. Los de
sexo masculino son mulos (o machos) y las hembras mulas.
Mulo
(o macho) romo o burdégano o burreño:
el híbrido que pare una burra tras haber sido cubierta por un
caballo. Pueden ser machos o hembras pero, normalmente, en genérico
se llaman macho romo por ser tradicionalmente más apreciados que las
mulas romas.
Mula
castellana:
el híbrido que pare una yegua tras ser cubierta por un burro
garañón. Puede ser macho o hembra pero, normalmente, en genérico
se llaman mulas castellanas por ser tradicionalmente más apreciadas
que los mulos castellanos
Poni:
en sentido estricto, se denomina poni a cualquier caballo de pequeña
talla que no supera los 145 cm. de alzada a la cruz.
Entre
los bovinos usados para el trabajo en nuestras culturas tradicionales
están la vaca
(la hembra de la especie), el toro
(o macho entero, sin castrar y muy raramente utilizado para el
trabajo) y el buey
(macho castrado)
Criterios
para la elección de un animal de trabajo
Cuando
ya hemos tomado la opción de querer trabajar con animales, entonces
nos viene la pregunta ¿y qué animal busco?
Uno
de los primeros criterios de selección, inevitablemente, va a ser la
atracción personal que tengamos hacia uno u otro tipo de estos
animales de trabajo. Pero este es un criterio un tanto subjetivo (sin
que tenga esto una connotación negativa) que convendrá que
apuntalemos con otros un poco más objetivos o técnicos.
Por
ejemplo, otros criterios de selección dependerán de:
-de
la extensión de tierra que vayamos a trabajar.
-de
la textura (suelos pesados vs. suelos ligeros) de esa tierra.
-de
los alimentos o superficie de pastos que tengamos para alimentarlos.
-del
clima de nuestra zona, o sea, si es caluroso y seco o templado y
húmedo.
-del
trabajo que queramos hacer con los animales.
-de
si los vamos a querer reproducir.
Para
ir abriendo boca, veamos cuales son las ventajas y limitaciones de
los diferentes équidos de trabajo que se utilizan en nuestras
latitudes:
Tipo
de animal
|
Ventajas
|
Limitaciones
|
Asnos
(Burros)
|
-Talla
manejable.
-Comportamiento,
generalmente, tranquilo.
-Buena
capacidad para valorizar los forrajes bastos.
-Caminar
muy seguro en zonas de montaña o accidentadas.
-Ocupan
poco espacio dentro de un invernadero.
|
-Son
sensibles a la humedad.
-Poco
polivalentes.
-Fuerza
y velocidad del tiro escasas.
|
Híbridos
(Mulos)
|
-Más
activos y potentes que los burros.
-Se
desplazan muy bien por terrenos difíciles.
-Ideales
para regiones secas por su resistencia sanitaria y por consumir
alimentos más groseros que los caballos.
|
-Son
estériles. No podemos reproducirlos entre sí.
-Castración
obligatoria de los mulos machos.
-Necesitan
una educación y doma muy cuidadosa para dar todo su potencial.
|
Caballos
y yeguas.
|
-Muy
buen rendimiento neto, o sea, trabajo de tracción/gasto
energético.
-Muy
buena capacidad de tracción.
-Importante
velocidad para algunos trabajos.
|
-Según
los individuos, pueden haber animales nerviosos o excitables.
-Necesitan
una alimentación más cuidada (selecta) y más agua de bebida que
los mulos o los asnos.
|
Los
anteriores criterios vamos a llamarlos genéricos, pues nos ayudan a
optar entre una especie u otra de animales de trabajo.
Pero
existen otra serie de criterios que vamos a llamar individuales que
(idealmente) nos van a ayudar a elegir, dentro de la especie o raza
que mejor convenga a nuestras necesidades, el individuo que creamos
más apto o acertado. Y estos criterios son:
-el
carácter o temperamento y
-la
conformación
A
los que se acercan por primera vez a este tema de los animales de
trabajo y la agricultura, todo esto seguramente “se les hará un
mundo”. Será por lo tanto necesaria la paciencia, el ir paso a
paso y el dejarse aconsejar por aquellas personas que más saben y
nos puedan ayudar.
Vamos
a intentar en las páginas siguientes ir aportando las informaciones
necesarias para tener algo más claros estos elementos de juicio.
Criterios
genéricos de elección de nuestro animal de trabajo
Según
la extensión de tierra que queremos trabajar
De
forma algo simplista, pero que después iremos afinando, una primera
clasificación que relacione el peso y especie animal con las
superficies a trabajar podría ser esta:
Superficie
a trabajar
|
Peso
de los animales
|
Tipo
o raza de animal
|
Menos
de 1 Ha. de cultivos hortícolas intensivos
|
De
200 a 400 Kg.
|
La
mayoría de las razas de asnos, caballos pequeños y mulas
pequeñas o machos romos
|
Entre
1 y 4 Ha. de cultivos hortícolas ( Con ayudas puntuales externas
de algún tractor u otro animal de un vecino)
|
De
400 a 600 Kg.
|
Caballos
de tiro medianos y la mayoría de mulas nacidas de este tipo de
yeguas.
|
Más
de 4 Ha. Y cultivos extensivos
|
Preferiblemente
ya 2 ó más animales de más de 600 kg. de peso trabajando a par.
|
Caballos
o mulas de razas de tiro.
|
Si
trabajamos con dos animales (idealmente uno junto al otro, aunque
también puede ser en reata, es decir, uno detrás del otro),
disponemos de una fuerza de tracción superior con lo que podemos
aumentar las superficies de trabajo o utilizar herramientas con un
ancho de trabajo superior.
Igualmente
para el trabajo de extensiones más grandes, deberemos recurrir a la
utilización de tiros mayores de, por ejemplo, 3, 4 ó 5 animales.
El
trabajo con varios animales supone ciertamente algunas ventajas:
-Potencia
de tiro-anchura de trabajo superior.
-Por
lo tanto productividad agraria o rendimiento del trabajo también
superior.
-Conviven
juntos varios animales, lo que corresponde mejor a su carácter
gregario.
-Tenemos
la posibilidad de separar a los animales para hacer trabajos de
precisión o en marcos más estrechos o que requieren menos fuerza de
tracción.
Pero
también algunos inconvenientes:
-Aumentan
los gastos o inversiones en guarniciones, manutención, etc.
-La
conducción de un tiro múltiple es algo más compleja, sobretodo
hasta que los animales se compenetran bien entre sí. Idealmente,
además, conviene que hayan aprendido a trabajar y que sepan hacerlo
también por separado.
Y
¿por qué relacionamos el peso de los animales con las superficies
de trabajo? Porque la fuerza de tracción de un animal es
proporcional a su peso vivo. Por ello, y por otras razones (por
ejemplo: por si tenemos que administrarle algún medicamento, los
cuales se dosifican en veterinaria en tanto por Kg. de peso vivo)
puede ser interesante saber lo que pesa nuestro animal. Si no
disponemos de báscula cerca, podemos hacer un cálculo bastante
aproximado con las siguientes fórmulas:
-
Para los caballos que tienen claramente una conformación de tiro
(la fórmula sería algo diferente para los caballos de silla) y ya
son adultos (para potros pueden haber variaciones significativas),
medimos el perímetro torácico a la altura de la cruz, por detrás
de los miembros anteriores.
Peso
vivo (kg) = 7,3 PT – 800
PT
es el perímetro torácico medido en cm.
Esta
fórmula nos da, con una precisión de 25-30 kg, lo que pesa el
animal
-
Para los burros, tenemos que tomar las dimensiones del perímetro
torácico y de la longitud del tronco (según el siguiente dibujo) y
llevarlas a la tabla que hay a continuación.
De
la textura del suelo que trabajamos.
Sabido
es que los suelos que llamamos pesados o fuertes (con un alto
contenido en arcillas) necesitan un esfuerzo de tracción superior y
mayor cantidad de pasadas de trabajo que los suelos que llamamos
sueltos o ligeros (en los que hay una clara predominancia de las
arenas)
A
tal punto llega esta diferencia que, de las mediciones hechas con
dinamómetro en el punto de enganche de los útiles agrícolas
mientras trabajan, se llegan a constatar en los suelos arcillosos
valores que doblan (en Kg fuerza) a los de los suelos arenosos, por
lo que necesitamos disponer de mayor potencia de tracción a través
del uso de animales más grandes o de mayor número de ellos.
De
los alimentos o superficie de pastos que tengamos para alimentarlos y
del clima de nuestra zona, o sea, si es caluroso y seco o templado y
húmedo.
Si
vivimos en una zona en la que tenemos la posibilidad de tener pastos
o forrajes (al menos en verde en una parte del año y henificados en
la otra) de una cierta calidad y agua para beber en una cierta
abundancia, seguramente nuestras opciones principales se orientan
hacia los caballos o vacunos. En la Península Ibérica estas
especies animales estaban claramente presentes en toda la cornisa
cantábrica con climas templados y húmedos y en los regadíos del
resto de la península.
Si
vivimos y trabajamos en las zonas continentales de secano,
posiblemente nos tendremos que orientar hacia el trabajo con mulos
castellanos (de burro garañón con yegua) Es el caso típico de los
animales existentes en las grandes extensiones cerealistas del
interior peninsular.
En
cambio en zonas montañosas o quebradas y secas, la opción ideal
será la de burros y mulos romos.
Del
trabajo que queramos hacer con los animales
¿Trabajos
ligeros de mantenimiento de cultivos y enganche ligero o, por el
contrario, también los trabajos de preparación del suelo y tiro más
pesado? Por ejemplo, para trabajos ligeros de mantenimiento de
cultivos podemos utilizar burros, caballos pequeños o incluso
caballos de monta. Pero si, además, queremos hacer todos los
trabajos de preparación del suelo y los transportes pesados con
nuestros animales, entonces tenemos que recurrir a animales más
pesados o potentes.
¿Trabajamos
regadíos o secanos? Si trabajamos regadíos necesitaremos animales
de mayor potencia o prestancia, aunque también podremos alimentarlos
con mejores productos más fácilmente.
¿Vivimos
en zona de montaña o necesitamos hacer transportes a lomo por estas
zonas? Entonces la opción más clara será la de burros, mulos romos
o razas de caballos pequeños
De
si los vamos a querer reproducir.
Si
vamos a querer que nuestros animales se reproduzcan, obviamente,
tenemos que optar por aquellos que pueden hacerlo: caballos, burros y
vacas.
Ya
sabemos que las mulas no se reproducen, pero lo que si podemos es
optar por tener caballos-yeguas y burros-burras para cruzarlos entre
sí con el fin de obtener mulas.
Criterios
individuales ¿Qué individuo escoger?
Los
anteriores han sido criterios para optar entre una “especie” u
otra de animal. Una vez ya tenemos claro cuál de ellas elegimos,
tendremos (si es que podemos hacerlo) que escoger el individuo que
más nos conviene.
Aquí
los dos criterios básicos sobre los que “examinar” al animal
aspirante a formar parte de nuestro equipo de trabajo son la
conformación y el temperamento (o carácter)
¿Qué
conformación buscamos para un animal de trabajo?
Más
allá de modas; más allá de si me gusta tal o cual capa (color del
pelaje), alzada, etc.; más allá de que si el animal que estamos
observando responde en mayor o menor medida a un estándar racial o
de si ganaría un concurso morfológico de tal o cual raza; lo
que tenemos que mirar en un animal que va a servir para el trabajo es
la correlación que exista entre conformación y aptitud. Es decir,
la adaptación de la forma a la función.
Por
lo tanto podemos tolerar ciertos defectos menores o ciertos desvíos
de una conformación “ideal” (pues por otra parte muy raramente
existen los animales de conformación perfecta) en aspectos no
demasiado importantes. Pero respecto a aquellos que son vitales para
un animal de trabajo, es importante que no presenten ningún defecto
mayor.
¿Y
cuáles son los aspectos que más tienen que captar nuestra atención
y cómo evaluarlos?
Extremidades,
aplomos y cascos
Puesto
que el animal que buscamos va a trabajar bastantes horas en su vida,
busquemos
aquello que haga que su caminar sea lo más fácil, cómodo,
económico y potente posible.
Las
cuatro extremidades de un animal son, evidentemente, la parte de su
cuerpo que sostiene su peso, contacta con el suelo y transmite su
fuerza muscular para desplazarse. De ello se deduce que tienen que
tener suficiente masa y densidad ósea para soportar el peso del
cuerpo y de los esfuerzos de tracción que van a realizar y, a su
vez, unos cascos anchos, capaces y sanos.
Pero
además esto sirve de poco si los diferentes huesos y articulaciones
de las extremidades no están alineados correctamente siguiendo los
ejes y ángulos que más naturales y apropiados les son a los
animales para que sus movimientos sean fáciles y económicos. O sea,
lo que llamamos aplomos
correctos.
Sin
ánimo de ser exhaustivos, vamos a ayudarnos de los dibujos
siguientes para “ir afinando nuestro criterio”. El
dibujo de la izquierda en cada una de las series nos muestra la
conformación “ideal”,
mientras que los otros nos enseñan desviaciones más o menos graves
(algunas de ellas inhabilitantes) respecto del óptimo.
Vista
trasera de los posteriores:
Vista
lateral de los posteriores:
Vista
frontal del pecho y aplomo de los miembros anteriores:
Vista
lateral de los miembros anteriores:
Huellas
y recorrido en vuelo que llevan las extremidades al caminar:
Eje
casco-cuartilla con el recorrido (en punteado) que hace el vuelo de
la zancada:
Inclinación
de los hombros
El
conjunto óseo-artícular que forman la escápula con el húmero (lo
que llamamos hombros)….
…actúa
como resorte amortiguador del peso del animal y su impacto sobre el
suelo. Por ello en los animales de galope o de trote interesa que los
hombros tengan mayor inclinación, pues con ello tienen mayor-mejor
amortiguación. Pero en los animales de trabajo, que normalmente se
desplazan al paso, debemos
buscar preferentemente hombros más rectos,
pues así el acople del collerón de trabajo y el ángulo con el que
tira de la herramienta o útil con el que esté trabajndo el animal
es más correcto. El siguiente dibujo nos ayudará a entenderlo
mejor:
A
ello también ayuda que el collerón con el que trabajemos tenga
ajustable en altura el punto de enganche del tiro, con lo que podemos
ayudarnos a corregir el ángulo de tiro subiendo o bajando (como
tendríamos que hacer en el caso del caballo dibujado a la derecha)
el enganche. Tengamos en cuenta que el punto ideal de enganche se
situa a 1/3 del largo de los hombros si miramos desde abajo, o los
2/3 si contamos desde arriba.
Otros
aspectos a buscar en animales de tiro
(sobretodo para los que van a desarrollar trabajo de potencia) son:
-Que
sean relativamente cortos, es decir, con lomos que no pequen de
largos, y que estén tensos y proporcionadamente llenos y amplios.
Los animales “cortos” desarrollan potencia, los “largos”
velocidad.
-
Que tengan un pecho ancho, buena anchura entre sus extremidades
anteriores (sin ser excesiva, lo que podría llevar a problemas de
aplomos)
-Que
tengan una caja torácica lo más redonda posible (o, al menos, no
estrecha), lo que proporciona mayor capacidad pulmonar.
EL
TEMPERAMENTO O CARÁCTER DEL ANIMAL DE TRABAJO
Este
es el otro criterio fundamental que tenemos que evaluar a la hora de
elegir nuestro animal. Tengamos en cuenta que va a ser compañero de
trabajo durante muchos días, por lo que defectos importantes de
carácter o temperamento van a influir mucho en la relación que
mantengamos, en el gusto con el que colaboremos en el trabajo, en la
propia calidad de éste, etc…
Sobre
el carácter de un animal influyen, casi por igual, la herencia
genética que tenga y la educación que haya recibido o la relación
que haya mantenido con los humanos desde su nacimiento.
A continuación nos detendremos algo en estos dos aspectos
fundamentales.
Digamos
antes que el carácter ideal que buscamos tiene:
-Una
actitud curiosa ante la vida. Que tenga ganas de aprender. Que sea
dispuesto, voluntarioso y corajoso frente al trabajo (siempre que el
trabajo que le pidamos sea proporcionado a sus posibilidades, edad,
estado de doma, etc.)
-
Una relación de familiaridad- proximidad con los humanos: los
tolera, los acepta, los reclama, etc., pero, al mismo tiempo, sin ser
un animal de compañía, es decir, que respeta vuestro espacio vital,
no invade, no atropella.
Algunos
puntos útiles para apreciar su carácter cuando nos acercamos a él:
Rechazar
al animal que ataca a los humanos
Aspectos
favorables
|
Aspectos
desfavorables
|
Está
atento
|
Permanece
indiferente
|
Viene
hacia nosotros
|
Se
muestra apático
|
Se
mantiene en calma
|
Huye
|
Se
deja acariciar
|
Baja
las orejas, muerde, cocea.
|
Algunas
manipulaciones que nos dan una idea de cómo ha estado educado o de
su nivel de instrucción:
Acción
|
Aspectos
favorables
|
Aspectos
desfavorables
|
Ponerle
la cabezada
|
La
acepta y mejor si acude.
|
La
evita y huye
|
Atarlo
|
Se
queda tranquilo
|
Tira
violentamente
|
Abrirle
la boca
|
Se
deja hacer
|
Levanta
la cabeza con brusquedad
|
Levantarle
los pies
|
Obedece
y los deja
|
No
responde, manotea o cocea.
|
Pero
además, un animal puede ser muy tranquilo mientras está en el prado
o el paddock, pero rebelarse en el momento en que le pidamos el más
mínimo esfuerzo. Por ello es necesario también probarlo al ponerle
los arreos, al manejarlo con las riendas y al pedirle que trabaje.
La
edad del animal en el momento de la compra.
El
principal criterio que tendremos respecto a la edad del animal que
queremos comprar viene condicionado por la experiencia que tengamos
en el manejo de los animales. Por ejemplo:
-Si
tenemos poca experiencia o debutamos en el manejo de animales de
trabajo, mejor buscaremos un animal ya “hecho” (por encima de los
cinco años de vida ya se considera a un animal como adulto, pero
buscaremos preferiblemente que tenga más de los diez) y que haya
estado en buenas manos, a ser posible por alguna persona de nuestra
confianza o conocida. Con ello buscamos una cierta “seguridad”
para nosotros confiando que seremos capaces de ofrecerle una cierta
“continuidad” al animal.
-Si
tenemos ya experiencia en el trato y en el trabajo, podremos buscar
un animal joven, que nos resultará más barato a la compra y que
podremos “hacer” a nuestra mano.
Todo
ello teniendo en cuenta varios aspectos importantes:
-El
crecimiento y el desarrollo físico y psicológico de un équido no
se ha completado antes de los cinco años de edad.
-Podremos
empezar a hacer “trabajillos” con nuestro animal desde,
prácticamente, los dos años de edad, siempre de una manera muy
proporcionada, pedagógica y progresiva, tanto en horas de trabajo
como en complejidad o exigencia del mismo. Si forzamos demasiado
pronto podemos encontrarnos con problemas físicos (óseos o
articulares) o psicológicos (rehuses, resabios, …)
-Durante
toda la vida de un animal (¡y de la nuestra!) tiene-tenemos
capacidad (y en cierta forma necesidad) de seguir aprendiendo cosas
nuevas. Se
trata de tener muy claro adónde queremos llegar, de dónde partimos
y cómo vamos a hacerlo.
Posiblemente ahí reside la maestría de la persona “que tiene mano
con los animales”.
“A
caballo joven, cochero viejo. A a caballo viejo, cochero joven”.
¿Escoger
un macho o una hembra?
Una
vez más, la elección del sexo del animal que buscamos, depende en
gran parte de nuestra experiencia y de nuestros intereses. Desde el
punto de vista del comportamiento:
1.-Normalmente
(aunque siempre nos podemos encontrar de todo…) se suele considerar
que los animales de carácter más estable y tranquilo serían los
machos castrados.
Pueden ser por lo tanto interesantes también para personas que
tengan poca experiencia o que quieran tener pocos “quebraderos de
cabeza” con ellos. Por ejemplo porque trabajen con varios animales
enganchados juntos, porque pasen con frecuencia por zonas donde haya
animales en celo, porque no quieren estar pendientes de si el caballo
se les escapa con frecuencia del prado para irse a la casa del vecino
buscando las yeguas, etc. Evidentemente su desventaja es que no vamos
a poder hacer que se reproduzcan. Ahora bien, si optamos por castrar
(evidentemente llamando al veterinario) un potro o un burro debemos
saber al menos un par de cosas:
-recordemos
que gran parte del comportamiento de los animales no es solamente
genética sino educación. Aunque luego me extenderé sobre ello
cuando hable de los machos enteros, que quede claro que la castración
de un animal no es la panacea de todos los males, y mucho menos si
además lo hacemos cuando el animal ya es adulto.
-no
interesa castrar a los potrillos o borriquillos muy jóvenes, pues su
desarrollo físico-corporal podría verse comprometido, ni tampoco
cuando son adultos, como hemos visto antes. Idealmente entre el año
y medio y los dos años y medio y preferiblemente hacia el invierno
cuando no hayan muchas moscas o insectos revoloteando.
-los
mulos conviene siempre castrarlos pues, dado que no se pueden
reproducir, al hacerlo los volvemos más tranquilos y manejables.
2.-Las
hembras suelen ser animales bastante estables y tranquilas, lo que
permite tener varias juntas, trabajar con varias de ellas acopladas,
etc. Eso sí, seguramente durante la primavera tendrán algunos días
(que coinciden con los celos) durante los cuales estarán más
intranquilas, inquietas o despistadas.
La
ventaja es que podemos utilizarlas para la reproducción. Sobre este
asunto alguna observación:
-La
preñez de las yeguas dura algo más de 11 meses, mientras que la de
la burra sobre los 12.
-No
hay ningún problema, e incluso es altamente aconsejable, que las
futuras madres trabajen hasta un par de meses antes del parto.
Evidentemente conforme avanza la gestación les pediremos trabajos
más ligeros y en los últimos meses no las engancharemos a timones,
varales o cadenas que constriñan la zona abdominal o puedan suponer
algún contratiempo al feto.
-Tras
el parto conviene dejarlas tranquilas con la cría durante, al menos,
un mes. Pasado este mes, podemos ir, poco a poco, pidiéndoles de
nuevo que vayan trabajando de manera progresiva, idealmente, con el
potrillo o borriquillo cerca de ellas. Esto tiene dos ventajas
principales: tanto las madres como las crías van a estar más
tranquilas si se tienen mutuamente a la vista y, además, las crías
van a aprender por “impronta natural” que no hay nada que temer
ni de los humanos, ni de las herramientas o aperos, ni del trabajo.
La “impronta natural” la podemos explicar psicológicamente así:
las crías aprenden su relación con el mundo circundante leyendo
constantemente a través del lenguaje corporal de sus madres, de
manera que aquellas situaciones que para las progenitoras no supongan
ningún tipo de estrés y que vivan con normalidad, las crías las
van a vivir en adelante sin estrés y con normalidad. En cierta
forma, a través de las madres estamos educando ya a potrillos,
muletos o borriquillos.
3.-Los
animales enteros y sementales están considerados como los animales
más excitables, nerviosos o complicados de manejar. Fama en parte
justificada (las hormonas actúan de manera “potente” en estos
animales), parte incorrecta (pues el manejo y la educación tienen
una importancia decisiva en ello) En cualquier caso necesitamos más
experiencia en el trato con estos animales para utilizarlos con
plenas garantías y seguridad.
Si
contamos con la dosis correcta de experiencia de nuestra parte y
animales equilibrados y bien educados por la otra, el trabajo con
animales enteros o sementales transmite siempre una sensación de
potencia, de solvencia, de energía contenida.
Personalmente
yo he tenido o trabajado con varios machos enteros, y entre ellos he
tenido algunos de los mejores compañeros de trabajo.
¿Dónde
encontrar el animal que busco?
Cómo
hemos dicho antes:
Para
las personas que tengan poca experiencia
en el manejo y el trabajo con animales, lo ideal sería encontrar
alguno que ya esté trabajado (preferiblemente por manos expertas) y
por lo tanto acostumbrado a la relación con los humanos y al trabajo
físico que estos le piden. Ideal sería el caso de que lo
encontráramos en casa de algún horticultor o agricultor (y mejor
aún si es de confianza o si le vemos trabajar) que quiera renovar
algún animal. Ahora bien: tenemos que preguntarle la razón por la
que quiere venderlo y cuál es la edad del animal.
Está
claro que este caso se produce sólo de manera muy ocasional, pues la
persona que tiene un animal con el que está a gusto, difícilmente
quiere venderlo a no ser porque tiene algún problema con él o es de
edad avanzada y quiere iniciar a un animal más joven en el trabajo.
Para
las personas que tienen experiencia en el manejo y la doma de
animales,
parece mejor opción el buscar, con tiempo, un animal joven (mejor si
tenemos garantías de sus padres y confianza en la persona que lo ha
criado) para ir enseñándolo y haciéndolo, desde el principio, “a
nuestra mano”. Para ello es ideal recurrir a algún criador del
tipo de animal que buscamos e ir a visitarlo para ver cómo cría y
tiene a los animales y qué criterios de selección sigue. Todavía
mejor si esta persona engancha a o trabaja con las madres de las
crías que vende.
Por
este sistema, podremos conseguir el animal a un precio muy
interesante, con muchas garantías y educárnoslo a nuestra manera.
¡Ojo!
¡Cuando digo a un precio muy interesante no quiero decir que sea
regalado! La persona que cría y selecciona de manera adecuada espera
recuperar el costo de haber criado un animal: 11 ó 12 meses de
preñez de la madre, más algunos gastos veterinarios, los de
alimentación, educación (en su caso) y el criar al animal hasta la
edad en que nosotros vayamos a por él. Todo esto suma más de lo
que pudiera parecer, pero, en mi opinión, casi siempre será una
inversión más que rentable amortizada con creces a lo largo de toda
una vida activa del animal (por encima de los 20 años)
Otras
opciones
(aunque bastante menos seguras) son:
-El
recurrir a algún tratante de animales que nos inspire confianza. El
problema aquí suele ser que la mayoría de ellos (si descubren que
tenemos poca experiencia en el trato con animales) nos vendería a
Rocinante como si fuera Bucéfalo y a precio de oro. Por lo tanto
mejor hacernos acompañar de alguna persona experta.
-El
acudir a alguna feria de animales. Suelen ser lugares de riesgo,
aunque también es verdad que se pueden encontrar animales
interesantes a precios buenos (pues normalmente se venden para la
carne) El mismo consejo de hacernos acompañar por algún experto,
pues el ambiente de la feria y la insistencia de los vendedores y
charlatanes, es capaz de nublar el entendimiento del más “plantao”.
-El
descubrir una oferta a través de internet. En estos casos, el no
fiarnos de las fotos que aparezcan, el no enviar ninguna paga y señal
y el acudir personalmente a ver el animal en cuestión, serán las
precauciones mínimas que tendremos que tomar.
Normativas
legales
Si
queremos tener animales y nunca hasta ahora los habíamos tenido,
tenemos que saber que existe toda una normativa legal a cumplir, por
un lado por cada uno de los animales que vayamos a tener y por otro
por el lugar dónde los tengamos. Conviene informarse pues en la
Oficina Comarcal de Extensión Agraria (dependiendo de donde vivamos
puede variar algo el nombre, pero en cualquier caso es el centro
oficial dependiente de cada Comunidad Autónoma donde se tramita todo
lo referente a temas agrícolas y ganaderos)
Lo
que nos van a pedir es lo siguiente:
-Actualmente
en Europa todo équido ha de estar identificado y provisto de un
microchip. La identificación consta en un documento propio para cada
animal y que debe acompañarlo siempre en cualquier desplazamiento,
siendo por lo tanto ilegal el vender o transportar un animal que no
vaya identificado (con su propia cartilla donde figuran datos como la
reseña del animal, propietario, etc) y con microchip.
Si
vamos a comprar un animal, verifiquemos pues que tenga su
documentación y que esta corresponda con el animal en cuestión.
-Además
el lugar dónde queramos tenerlo tiene que tener un código, que
según zonas se llama de explotación (¡aunque esperemos que no
explote nada!) ganadera, o REGA, o…Para poder registrar el lugar
dónque queremos tener nuestro animal y obtener así nuestro código,
la oficina comarcal de extensión agraria nos va a pedir datos como
la conformidad del ayuntamiento de la localidad para que podamos
tener allí animales, una memoria de un veterinario como que el lugar
cumple con ciertas aptitudes para tener animales y que además
cumplimos con ciertas medidas sanitarias o profilácticas, etc.
Con
un poco de paciencia y a base de ir pagando tasas aquí y acullá,
podremos conseguir nuestro código con cierta facilidad.
Para
trasladar un animal de un sitio a otro (no de la cuadra al campo o
del campo a la cuadra, sino fuera de la “explotación”),
tendremos que ir a la oficina comarcal con nuestro código ganadero,
la documentación del propio animal y la matrícula del vehículo que
lo va a trasladar. Con ello, y con el dato de adonde queremos
trasladarlo, nos harán una “Guía de transporte” que nos permite
el traslado y que habrá que presentar en la oficina comarcal del
lugar de destino para que puedan acreditar de dónde viene el animal.
¿Cómo
alimentar a nuestro animal?
El
tema de cómo encarar la alimentación de los animales puede
convertirse en un auténtico dilema o dolor de cabeza para aquellos
que no tienen la costumbre de convivir con ellos. ¿Estaré dándoles
suficiente de comer? ¿Puede comer de esto o de aquello? ¿Cuántas
veces tengo que darle? ¿Puede comer de la hierba que hay en la
finca? ¿Qué y cuánto tengo que comprar?... y otras mil preguntas
nos asaltan con frecuencia cuando nos planteamos este tema.
Como
en todo: siendo un tema este de la máxima importancia, no nos
agobiemos por ello, utilicemos nuestro sentido común (el menos común
de los sentidos a veces), dejémonos aconsejar por personas con
experiencia y…..esperemos que la información que viene a
continuación, nos ayude a clarificar en algo nuestros criterios.
Las
particularidades de la digestión de nuestros animales de trabajo y
sus consecuencias prácticas.
1.-Équidos
y bovinos son animales herbívoros,
no granívoros, ni carnívoros ni carroñeros, por lo que su sistema
digestivo está diseñado para aprovechar alimentos poco concentrados
(hierba y forrajes), en grandes volúmenes pero consumidos a lo largo
de muchas horas al día, mientras camina y pastorea, y además en
grupos o rebaños (Son animales gregarios). Cualquier práctica
alimentaria y de vida que se aleje mucho de esta manera de
alimentarse y de vivir acabará trayéndonos problemas digestivos e
incluso de comportamiento.
Consecuencias:
-El
alimentarlos a base de hierba y forraje no va a causarles ningún
problema de salud, a no ser que el forraje esté fermentado
(enmohecido) o haya alguna hierba venenosa en el prado.
-
El alimentarlos con alimentos muy concentrados, en pocas veces al día
y teniéndolos encuadrados o en un box, supone comprar bastantes
papeletas para que nos toque el premio de algún problema digestivo.
Recientemente un amigo veterinario me ha confirmado lo que ya intuía
con la práctica: con frecuencia es requerido para hacer una
endoscopia a animales con trastornos digestivos, encuadrados y
alimentados con concentrados. Cuando confirma que tiene una úlcera
gástrica, la mayoría de los propietarios se enfadan cuando tan sólo
prescribe que suelten al animal en el prado o el patio y no el
medicamento de moda.
Así
que ya sabemos que una úlcera gástrica se puede curar simplemente
soltando al animal en un prado o patio, lo mismo que los vicios de
cuadra (aerofagia, tiro, morder el pesebre, etc.), y que, además, la
presencia cercana de otros congéneres ayuda también a ello y a que
sean animales con una psicología social más normalizada.
En
los équidos, el tránsito alimenticio es muy largo, de hasta 72
horas, y el volumen del estómago es muy pequeño en relación al
volumen total del tubo digestivo. Sólo los alimentos que se quedan
mucho tiempo en el estómago e intestino delgado son eficazmente
digeridos.
Algunas
consecuencias prácticas que nos permitirán optimizar su
alimentación serán:
Cuando
el animal lo tenemos estabulado y en periodo de trabajo:
-Darle
tiempo y tranquilidad durante sus comidas. Si tiene un congénere
dominante o agresivo cerca, atarlos o estabularlos por separado.
-Que
las ¾ partes de cada comida sean de forraje grosero como heno, paja,
salvado,…Así come más lentamente y ayuda a evitar el
aburrimiento.
-Verificar
el buen estado de su dentadura. A ello ayuda el consumo de forrajes y
el que tenga su comida a la altura del suelo y no siempre en pesebre
elevado.
-Fraccionar
la ración diaria, y sobre todo los concentrados, en diferentes
comidas, preferiblemente al menos tres.
-Dar
los concentrados después del forraje y también después del agua si
es que no dispone de ella a voluntad y se la damos en cubos.
-Evitar
el exceso de almidón y, por tanto, de grandes cantidades de cereales
a la vez.
-Introducir
o retirar alimentos nuevos de una manera progresiva en varios días.
¿Qué
alimentos escoger?
Priorizaremos
los alimentos de origen natural y, a ser posible, de la propia finca
o cercanos y conocidos. Durante siglos el heno de prado, forraje de
alfalfa, paja, grano de cereales (principalmente cebada y avena) y,
en algunas zonas, las algarrobas (fruto del árbol mediterráneo
llamado algarrobo y no la semilla de una leguminosa anual que en
zonas de Castilla se llama así también) han bastado para la
alimentación de los animales de trabajo.
Hortalizas
o frutas no vendidas podemos añadirlas a la ración base, si no
están enmohecidas, y si son distribuidas progresivamente y en
varias veces. Descartar patatas o feculentas por su riqueza en
almidón.
Vamos
primero con algunas definiciones que nos ayuden a utilizar un
lenguaje común con el que sepamos a qué nos referimos:
-La
ración
es el conjunto de alimentos de que dispone el animal a lo largo de
todo un día, mientras que llamaremos comida
a cada una de las fracciones de dicha ración que le damos en ciertos
momentos del día.
-Materia
seca (MS):
es la forma de expresar la parte sólida que queda tras eliminar el
agua de los alimentos. Tengamos en cuenta que los alimentos que van a
consumir nuestros animales van a variar mucho en su contenido en
humedad, desde un 90% para la hierba fresca a un 12-14% para los
forrajes secos o los granos. Por lo tanto es evidente que no damos la
misma cantidad de nutrientes a un animal si le damos 10 kg. de una
cosa o de otra. Por ello comparamos los alimentos entre sí en
relación a la M.S. distribuida.
-Peso
vivo (PV)
de los animales, pues es evidente que, de cara a las necesidades
alimentarias de un animal, no es lo mismo que suministremos los
mismos 10 Kg. de hierba a un burro de 200 Kg. de peso vivo, que a un
caballo de tiro de 800 Kg. A uno le sobrará y al otro le puede
faltar.
Necesidades
diarias
Tenemos
que distinguir entre las necesidades diarias que tendrán los
animales según sea su especie y, dentro de ella, si el animal está
en periodo de trabajo, sin trabajar, hembra preñada o lactante,
potro en lactación o en crecimiento y si vive a la intemperie en
invierno o está estabulado.
Por
ejemplo:
-Los
burros,
por algunas diferencias de fisiología digestiva, aprovechan mejor
los forrajes. Podemos decir que recuperan más energía de un forraje
que un poni de su mismo peso. Por lo tanto, las aportaciones
alimentarias para los burros serán inferiores en un 25% a las que
voy a dar para caballos en las tablas siguientes.
-Un
animal adulto “ocioso”
(fuera de temporada de trabajo) necesita lo que llamaremos una ración
de mantenimiento que es la que permite cubrir sus necesidades
nutritivas de base. Esta ración es aproximadamente de 1’3 Kg. de
materia seca (MS) (en forma de un heno o forraje de cierta calidad)
por cada 100 Kg de peso vivo (PV) al día. (Por lo tanto un caballito
de 300 Kg. de PV serían 3’9 Kg, un caballo de 800 Kg de PV
necesitaría 10’4 Kg. y un burro de 300 Kg el 25% menos que el
caballito de su mismo peso). Con estos Kg. de un buen forraje y agua
y sal a libre disposición, bastará para mantener su metabolismo
basal en situación de reposo, salvo si, por ejemplo, vive al
exterior durante un invierno bastante frío, en que tendremos que
suplementar su ración para que su metabolismo compense la energía
que necesita para mantenerse caliente. Evidentemente en este caso
ayuda mucho el que los animales tengan un retiro o cobertizo que los
proteja de la lluvia, nieve o vientos helados.
Siguiendo
con el ejemplo anterior:
Tipo
de alimento
|
Burro
de 300 kg. de PV.
|
Caballo
de 800 Kg. de PV.
|
Heno
de prado-forraje seco de calidad equivalente
|
3
Kg.
|
13
Kg.
|
Complemento
mineral
|
Trazas
|
50
gr.
|
Bloque
de sal y agua a libre disposición
|
Si
|
SI
|
-A
un animal adulto en trabajo,
tendremos que suministrarle la ración dependiendo del tipo de
trabajo que realice. Si hace un trabajo intenso necesita hasta 2’3
kg de MS por cada 100 kg de PV al día, y una parte de ellos en forma
de concentrados energéticos, normalmente en forma de grano de
cereales, algarrobas, etc.
Vamos
a considerar el trabajo ligero como el que desarrolla, dentro de su
capacidad, durante 2-3 h. al día. Medio sería el que desempeña
durante 4-5 horas diarias y pesado cuando trabaja entre 6-8 horas.
Ahora bien, también podemos considerar trabajo pesado el que, aunque
sólo desempeñe durante 4-5 horas, consista en labrar una tierra
pesada, arrastre de troncos, etc.
Caballo
en trabajo ligero
|
Caballo
en trabajo medio
|
Caballo
en trabajo pesado
|
Burro
de 300 Kg
|
|
Paja
de cereal
|
3
Kg.
|
6
Kg.
|
8’5
Kg
|
3
Kg.
|
Heno
o forraje
|
10
kg.
|
7
Kg.
|
4
Kg.
|
1
Kg.
|
Cebada
en grano
|
2’5
Kg.
|
3’5
Kg.
|
4’5
Kg.
|
1
Kg.
|
Avena
en grano
|
1
Kg.
|
1’5
Kg.
|
2
Kg.
|
|
Complemento
mineral
|
50
gr.
|
100
gr.
|
200
gr.
|
|
Bloque
de sal y agua a voluntad
|
Si
|
Si
|
Si
|
Si
|
-Los
potros jóvenes y las yeguas en lactación tienen
necesidades nutricionales algo diferentes. Los unos por su etapa de
fuerte crecimiento físico y las otras porque la producción de leche
materna es bastante exigente para el organismo de la madre. En ambos
casos aumentan notablemente las necesidades de proteína en la ración
diaria. Para estos dos grupos de animales podemos reservar pues el
heno de leguminosas que hayamos hecho en la finca o podemos tener
sembrada alguna parcela de alfalfa o trébol para ir dándoles en
verde. Además suplementar la ración con una parte algo más elevada
(bastante más en el caso de yeguas en los primeros meses de
lactación) de grano. Con ello será suficiente en la inmensa mayoría
de los casos, con lo que podremos evitarnos el recurrir a alimentos
como turtós de soja o de linaza (lo que queda tras extraer el aceite
a ambos granos) que son muy concentrados en proteína, pero más
caros o difíciles de conseguir.
No
obstante, en el caso de los potros jóvenes tenemos que ser
precavidos y no “querer hacerlos crecer a toda prisa”, pues un
desarrollo demasiado rápido o prematuro puede crearles problemas de
aplomos por el crecimiento tan acelerado de las articulaciones. Una
vez más, lo que para el carnicero puede ser interesante, para el que
cría para el trabajo puede convertirse en problema.
-A
las futuras madres
podemos alimentarlas como si no lo estuvieran durante los primeros
meses de la gestación, aumentando algo la cantidad de concentrado y
de proteína (con henos o forrajes de leguminosas por ejemplo) a
partir de la mitad de la misma.
Algunos
consejos finales sobre alimentación
-La
sal y el agua son los “alimentos” más baratos. Asegurarse de que
disponen de ellos a voluntad y en cantidad y calidad.
-En
invierno, el que dispongan del agua de bebida templada, estimula su
consumo, y si los animales tienen un refugio o cuadra donde
protegerse, su consumo metabólico baja mucho.
-Suministrar
los granos o bien aplastados (ni en forma de harina ni enteros, pues
muchos no los digieren), o bien puestos a remojo y pre-germinados.
-Las
algarrobas, aunque se recogen por septiembre, no deben ser
suministradas a los animales hasta que no haya pasado Navidad. De lo
contrario pueden producir problemas digestivos serios. Además son
convenientes para los animales de trabajo, pero no para las yeguas
lactantes, pues son astringentes y reducen la cantidad de leche.
¿Cómo
saber si nuestro animal está bien alimentado?
Toda
esta parte teórica acerca de la alimentación se complica, al menos,
por un par de aspectos:
-¿Si
nuestro animal pasta al exterior cómo sabemos si estamos
alimentándolo bien?
-¡Pero
si mi animal está siempre pidiéndome más, siempre está a punto
para seguir comiendo! ¿Eso es que necesita más cantidad de comida?
Tengamos en cuenta que muchos animales (sobretodo caballos) son
“glotones compulsivos”, se pasarían el día entero comiendo si
pudieran hacerlo, aunque normalmente no “necesiten”
nutricionalmente el hacerlo.
Así
pues tendremos que ir desarrollando nuestro “ojo ganadero”, o
sea, habilidad para evaluar la salud y el estado de alimentación de
nuestro animal con sólo mirarlo, verlo cómo se mueve o como
trabaja, etc. Pero esto hay que desarrollarlo con el tiempo y es, en
parte, relativamente subjetivo.
Por
ello existe un método de apreciación del estado corporal para
evaluar la eficiencia de la ración distribuida a los animales.
Consiste en la palpación de la grasa subcutánea en ciertas partes
del cuerpo. Si damos una nota entre 1 (inexistencia de grasa) y 5
(abundancia), evaluamos de una forma medianamente objetiva el estado
alimentario del animal.
Parte
del cuerpo
|
Nota
1
|
2
|
Nota
3
|
4
|
Nota
5
|
La
cruz
|
Muy
marcada
|
>>>>>
|
Poco
marcada
|
>>>>>
|
Recubierta
|
Linea
de la columna
|
Muy
aparente
|
>>>>>
|
Poco
aparente
|
>>>>>
|
Recubierta
|
Grupa
|
Angulosa
|
>>>>>
|
Redondeada
|
>>>>>
|
Rellena,
doble
|
Tras
los hombros
|
Liso,
vacío
|
>>>>>
|
Plano
|
>>>>>
|
Relleno,
abombado
|
Costillas
|
Aparentes
|
>>>>>
|
Invisibles
|
>>>>>
|
Abombadas
|
La
nota ideal para un animal de trabajo es el 3. Obviamente los dos
extremos (1y 5) son desaconsejables, pero en cualquier caso hay que
desconfiar más de los animales excesivamente gordos que de los
delgados, pues fácilmente pueden desarrollar o tener enfermedades
metabólicas como la infosura o laminitis.
Un
proverbio árabe dice: “Los peores enemigos del caballo son la
grasa y el aburrimiento”
.
¿Cómo
cuidar de la salud de nuestro animal?
Los
animales que utilizamos para trabajar con ellos son, en principio,
animales relativamente rústicos y resistentes. Si además estamos
atentos y tenemos las nociones básicas de alimentación y manejo,
vamos a conseguir prevenir al máximo las posibles enfermedades y
accidentes.
Vamos
por partes:
1.-Cuidando
las pautas de alimentación, según lo que ya hemos tratado en el
capítulo correspondiente, vamos a conseguir prevenir graves
problemas y disgustos.
2.-Sobre
los cuidados relativos al manejo podemos tener en cuenta:
-Ofrecerle
al animal un marco de vida que tenga en cuenta sus necesidades.
-Pedirle
también unos esfuerzos físicos acordes a su condición, grado de
entrenamiento, fuerza, etc.
-Equiparlo
con guarniciones adaptadas a su talla y de buenos materiales.
-Engancharlo
a herramientas, aperos o vehículos apropiados.
-Prestar
atención al estado de cercados, vallas, alojamientos, pesebres, etc.
-Prestar
regularmente cuidado a cascos o pezuñas.
Pero,
¿cómo podemos evaluar el estado de salud de nuestros animales?
Una
de las sensibilidades que acabaremos desarrollando si compartimos
tiempo y vivencias con los animales es lo que podemos llamar el “ojo
ganadero”. O sea, la capacidad de darnos cuenta enseguida, con un
solo vistazo, de que algo no anda bien en la salud de un animal o en
el ánimo de la manada o rebaño.
A
ello contribuye a que veamos ciertos síntomas en el aspecto general
o físico del animal, como también, quizás aún más importantes,
algunas actitudes o comportamientos.
Está
claro que si vemos a un animal enflaquecido, con el pelo mate,
apagado o estropajoso, si lo vemos cojear o con alguna herida o
llaga, enseguida nos damos cuenta de que “algo no funciona bien”.
En
cambio si lo vemos con el pelo brillante, con andares sueltos, con
apetito y activo, enseguida nos damos cuenta de que “todo va bien”
Respecto
a las actitudes o comportamientos de los animales, hemos de tener en
cuenta que si lo vemos apático, sin curiosidad, que rehúsa comer,
con la cabeza y el cuello gachos, revolcándose en el suelo con
ruidos abdominales o con posturas físicas extrañas, o que se aísla
del resto de animales, nos está dando igualmente una información
muy valiosa de que algo ocurre.
Por
el contrario una actitud despierta, curiosa y activa, con ganas de
jugar, comer o retozar, nos dice que no hay problemas.
Farmacia
de base
Aunque
ante problemas medianamente serios siempre conviene recurrir a un
buen veterinario entendido en équidos, no está de más el tener
unas nociones sobre curas o cuidados básicos. Por ejemplo:
Traumatismos:
Ante
golpes, contusiones o traumatismos no punzantes o sangrantes uno de
los remedios más sencillos y eficaces es la aplicación localizada
de frío, bien a través de una ducha de agua, la aplicación local
de hielo, etc.
Después
podemos utilizar un gel llamado “Tensolvet” sobre los mismos, a
la vez que administramos por vía oral (mezclado con el pienso) un
granulado llamado “Danilón”.
Para
los partidarios de las terapias alternativas, la homeopatía
veterinaria ya ha hecho bastante camino y presenta propuestas muy
interesantes. En el caso de los traumatismos, será aconsejable la
administración de Árnica 30 CH una vez para mitigar los choques
físicos y psíquicos. A continuación Árnica 5 a 7 CH o Árnica
compost como curativo.
Como
antiinflamatorio
se puede utilizar el Ribes nigrum o Harpagophytum en Tintura Madre.
También
una aplicación local de cataplasma de arcilla sola o con Tintura
Madre de Árnica. Lo mismo para las rozaduras provocadas por las
guarniciones.
Como
anti-infeccioso:
En
caso de fiebre recurrir al Acónito (temperatura a 41º) o Belladona
(40º) o Ferrum phosphoricum (39º) en 15 CH.
En
caso de herida a Pyrogenium 9 CH o también a los complejos
homeopáticos Ohm 12 o Ohm 711 en curas de unos diez días.
En
caso de heridas podemos ponerle arcilla en polvo sobre heridas
supurantes, miel o desinfectar con una tisana a base de TM de
Caléndula y de Equinácea.
Alguns
altres tubs de glòbuls indispensables
-
Apis mellifica: picades d’insectes però també edema calent, 9-15
CH.
-
Aconit 30 CH: cop de calor.
-
Lachesis: mossegades de serp però també potent antiinfecciós.
-
Nux vomica: desordre alimentari, 9 CH.
Algunes
tisanes
Tisana
d’ortiga (brots): per posar-se en forma, compensar una baixada de
tonus,
adaptar-se
als canvis estacionals.
Decocció
de dent de lleó (pixallits): per al drenatge i en cas de desordre
alimentari.
Decocció
de cua de cavall (Equisetum arvense): per a una remineralització.
Tractament
vermífug
Un
animal en bona salut també té parasitisme. El paràsit és inherent
a l’herbívor. L’estat de
premunició
és la capacitat de l’animal de gestionar per ell mateix el seu
parasitisme, doncs el
seu
equilibri interior.
Un
animal afeblit patirà del parasitisme, la causa no n’és
necessàriament el paràsit, també pot
ser
un desajust de les defenses naturals. Les causes són variades:
traumatisme, lloc en la
manada,
procés de creixement, sobrepastura, dèficit alimentari… En aquest
cas una
vermifugació
química – com a remei a una malaltia – és necessària, però
després cal ajudar
l’animal
a recuperar el seu equilibri: mineralització, equilibri alimentari.
L’estat
de premunició s’adquireix durant el creixement i en l’adaptació
a la granja. A nivell de
la
pastura, tan sols trenquen el cicle uns talls de com a mínim quatre
mesos en els prats. Però
el
pasturatge d’espècies diferents juntes, cadascuna amb els propis
paràsits diferents, també és
eficaç.
Com
ajudar l’animal a regularitzar la seva població parasitària?
Protocol
general
Barreja
vermífuga:
-
¾ TM d’all
-
¼ TM de tanarida
-
Cina compost
12
,
alguns mil·lilitres.
12
Preparat
homeopàtic vermífug dels laboratoris Boiron. Veure www.boiron.es
[NdT]. 22
Dia
0 (lluna plena): 50 ml de barreja vermífuga.
Dies
1 a 7: drenatge, per exemple amb pixallits.
Dia
7: 50 ml de barreja vermífuga.
En
cas de necessitat, dels dies 8 a 18 fer una cura de tisana d’ortiga.
¿Herrar
o no herrar? “That is the question”
El
tema de herrar o no herrar los animales se ha convertido modernamente
en todo un “campo de batalla” de escuelas filosóficas o
corrientes de pensamiento que pueden despistar o desorientar a
aquellos que se acercan por primera vez a este mundo de los animales
y el trabajo. Por cierto todas ellas, como suele ocurrir, con sus
razones poderosas y argumentos válidos.
En
la línea de este manual y por mi experiencia vital, voy a proponer
una línea de actuación sin entrar en demasiados debates de ideas,
puesto que cada cual ya podrá tener o buscar las suyas propias y
actuar en consecuencia.
Mi
línea en este sentido es la siguiente: El
herraje de los animales de trabajo es un mal necesario, al que no
debemos de recurrir mientras no haga falta y que cuando sea necesario
lo realice una persona de la máxima solvencia.
Vamos
por partes:
Al
decir que el
herraje de los animales de trabajo es un mal necesario quiero
decir:
-Es
un mal porque el trabajo de herrar a nuestros animales lleva tiempo,
dinero, material y saber hacer.
-Pero
es necesario en la inmensa mayor parte de los animales que vayamos a
dedicar a trabajar, pues la fricción del casco sobre el suelo o
pavimento, va desgastando la córnea (la uña) o parte insensible del
casco y exponiendo cada vez más la parte sensible del mismo a la
presión del suelo, piedrecitas, asfalto, etc., lo que causa primero
sensibilidad y finalmente cojera. Al menos en las extremidades
anteriores (que soportan el 60% del peso del animal) de un animal que
trabaje con regularidad, va a ser casi imprescindible el recurrir a
proteger la parte sensible del casco con una tira de hierro doblada
(herradura) o con botas de cuero de “quita y pon”
(hipposandalias). En el caso de las extremidades posteriores puede no
ser tan necesario dependiendo de las superficies por las que trabaje
el animal o de la regularidad con lo que lo haga.
A
este “mal necesario” no
debemos recurrir mientras no haga falta.
Por ejemplo:
-Los
potros, muletos o borricos no se deben herrar (salvo el caso de un
herraje ortopédico correctivo por algún problema de aplomo
prescrito por veterinario y efectuado por herrador experto) al menos
hasta los dos o tres años de edad. Lo que sí que se les debe hacer
es educarlos a que “den las manos” (Levanten los pies cuando se
lo pides) y recortarles o limarles (con criterio) el exceso de casco
periódicamente para que no desarrollen problemas de aplomos por
crecimientos desiguales del mismo. Además conviene que caminen
bastante y sobre suelo duro para que desarrollen buena ranilla y se
ensanchen y se fortalezcan casco y articulaciones.
-Si
los animales no van a trabajar durante una temporada larga (yegua en
los últimos meses de preñez y primeros de lactancia por ejemplo) se
les puede dejar desherrados en el prado o patio, vigilando, eso sí,
de vez en cuando los cascos y recortando si hiciera falta.
Pero
también es verdad que ciertas críticas que los defensores del
“barefoot” (escuela que defiende el no-herraje) hacen, están
plenamente justificadas cuando ves determinados trabajos de algunos
herradores. Por ello es por lo que digo que cuando
sea necesario herrar, que lo haga una persona de la máxima confianza
y solvencia técnica posibles. Algunos
criterios importantes sobre el tema:
-Enseñar
a los potros desde jóvenes a dar las manos para que el trabajo del
herrador no se convierta en el de un “cowboy de rodeo” cuando que
tenga que herrar las primeras veces.
-El
intervalo entre herrajes no debe ser excesivo con la excusa de que es
caro hacerlo y de que cuanto menos haya que hacerlo mejor. Cada dos
meses-dos meses y medio es una buena orientación para que el
crecimiento del casco (que no se ha desgastado al estar herrado) no
afecte o falsee el aplomo de la extremidad. Tengamos en cuenta que
herrar consiste en quitar la herradura vieja, recortar el casco que
sobra porque no se ha desgastado de manera natural y volver a situar
la herradura vieja (o una nueva si es que ya se ha desgastado
demasiado) protegiendo la córnea del casco.
Realizado
correctamente todo lo anterior, el herraje puede convertirse pues en
el medio más económico y práctico de mantener la aptitud para el
trabajo de los cascos de nuestro animal. Existe toda una praxis ya
centenaria (por no decir milenaria) de herraje de los animales que
vayan a trabajar. Pensemos que antes, incluso se herraban las vacas o
bueyes que se dedicaban al trabajo. Hoy en día es cierto que se
puede recurrir a botas (hipposandalias) para la misma función que
las herraduras, aunque no por ello tenemos que ser menos cuidadosos a
la hora de elegirlas, calzarlas, etc.
En
algunos casos, además, el herraje se convierte (en buenas manos) en
herramienta ortopédica necesaria, tanto curativa (como problemas de
aplomos en ciertos potros), como paliativa (como en infosuras,
defectos, artrosis, cuartos, heridas, etc.)
¿Dónde
y cómo alojarlo?
Cierto
es que la mayoría de los animales de trabajo son animales rústicos
que podrían vivir al aire libre todo o gran parte del tiempo. Pero
hay varias circunstancias que nos pueden aconsejar el que les
tengamos reservado un lugar adecuado para alojarlos, al menos en
determinados momentos. Pueden ser lo siguientes:
-Quiero
tenerlos localizados y cerca de casa en el momento en que me hagan
falta para trabajar y no tener que ir a buscarlos nosedonde cada vez
que quiera hacerlo.
-Quiero
recoger la mayor cantidad posible de excrementos para
estercolar-fertilizar la tierra que trabajo.
-Quiero
protegerlos del frío o la nieve durante el invierno (guardándolos
por la tarde y soltándolos por la mañana) o del calor y los
insectos durante el verano (recogiéndolos por la mañana y
liberándolos por la tarde)
-Quiero
tenerlos cerca del lugar donde almaceno el forraje y el grano para
poder alimentarlos con facilidad o rapidez.
-No
quiero que se me escapen a los campos o las cuadras del vecino ni a
la carretera o vía férrea cercana.
-…
Por
todo ello tenemos que pensar en tener un sistema bien diseñado o
integrado formado por una cuadra, establo o refugio, paddocks o
patios de paseo, cierres o vallas, campos de pastoreo, etc.
La
cuadra, establo o abrigo
Para
el diseño de esta parte importante de cualquier granja
agrícola-ganadera vamos a fijarnos en tres factores: la comodidad
para los animales, la comodidad para nosotros y la economía.
Pensando
en los animales:
en la mayoría de los casos lo que los animales necesitan es tan sólo
un sitio seco, con buena aireación y que les abrigue del frío, la
lluvia y el calor. Para esto hace falta muy poquito.
Otros
aspectos que agradecen mucho:
-
el tener acceso a un patio para paseo, tomar el sol y el aire.
-el
tener defensa, independencia o espacio suficiente frente a otros
congénes que sean agresivos o se acaben comiendo la comida de los
demás.
-el
tener vistas al exterior y a otros animales (aunque sean de otra
especie) para evitar el aburrimiento.
Pensando
en nosotros: como
seguramente tenemos otras muchas cosas que hacer a lo largo del día,
pensemos en la manera de ahorrarnos el máximo de esfuerzos o
trabajos posibles en la atención a nuestros animales. Por ejemplo:
-disponiendo
junto a la cuadra un almacén o cobertizo para guardar la comida de
los animales
-previendo
un sistema cómodo y rápido para la extracción del estiércol.
-reservando
un lugar por si hay un animal de parto o enfermo.
-que
sea un lugar cercano a la casa, que tenga un punto de agua, un acceso
o camino practicable, etc.
Desde
el punto de vista de la economía,
cabe decir que los materiales con los que construyamos las cuadras o
refugios no tienen que ser suntuosos ni caros. Pero si hay un factor
muy importante: nuestras instalaciones tienen que ser seguras y
dimensionadas al número y tipo de animales que tengamos.
Por
ejemplo: Las vallas o separaciones tienen que resistir “la caricia
de un animal grande que quiere rascarse o el empuje de dos animales
que están disputando por la comida” sin que todo se desmonte a la
primera de cambio con gran peligro para animales, instalaciones o
personas. Tampoco podemos intentar meter un caballo de 800 Kg. de
peso en una cuadra pensada para una burra. O poner contiguos a un
semental y una hembra y pretender que a la mañana siguiente “no
haya pasado nada y no haya nada roto”.
Algunas
posibles instalaciones
Las
caballerizas interiores con los animales atados frente al pesebre
eran antiguamente el sistema predominante para tener los animales de
trabajo. Sobre todo porque los animales trabajaban todos los días y
bastantes horas cada jornada con lo que ya hacían “el ejercicio”
necesario durante el trabajo. Además este sistema permite una muy
práctica recogida del estiércol, pues este se acumula tras los
animales y se recogía a diario. Además permite una correcta
distribución de las raciones de comida, evitando que los animales
más agresivos se coman la ración de los demás.
También
permitía tener muchos animales adecuadamente instalados en poco
espacio. En París llegaron a haber, con este sistema y a principios
de siglo XX, cuadras de dos y tres pisos y 2000 caballos en el centro
de la ciudad para el servicio de las compañías de ómnibus y
tranvías.
Este
sistema puede tener hoy en día aún su utilidad si los animales no
se pasan las 24 horas del día atados y si tienen un patio de paseo
junto a la cuadra.
El
box o cuadra independiente es
el sistema mayoritariamente adoptado hoy en día para el alojamiento.
Al estar separados los animales no se molestan, se comen la ración
que les toca y se pueden mover libremente aunque en un espacio
pequeño. Por el contrario es un sistema que necesita de más espacio
para alojar a los animales y trabajo de mantenimiento y extracción
de estiércoles.
Los
sistemas de estabulación libre o semilibre
son aquellos en los que los animales viven permanentemente en prados,
bosques o espacios abiertos y que, en todo caso, tienen un pequeño
cobertizo o refugio para resguardarse o para comer algo que les
suministre el cuidador. Es un sistema que necesita de poco trabajo y
que resulta bastante aceptable para la salud de los animales. Por el
contrario es poco práctico para los animales que trabajan con
frecuencia y para aprovechar o recoger el estiércol.
Probablemente
el sistema más adecuado para nosotros y para los animales es una
combinación en diferente medida según posibilidades de los tres
sistemas que he mencionado.
El
punto de agua
Los
animales necesitan tener acceso a un punto de agua de calidad y en
cantidad, ya sea agua de la red, de algún manantial, pozo, río,
etc. Periódicamente tenemos que asegurarnos que el agua tiene
calidad suficiente y que los animales pueden acceder y beber la que
necesiten.
Vallas
y cercados
.
Si
vamos a tener a los animales sueltos o disponemos de un patio de
paseo para ellos, el que tengamos buenos cierres, vallas o cercados
va a ser un elemento primordial para nuestra serenidad y para la
seguridad de los animales.
Los
dos sistemas más aconsejables serían la valla de postes y
travesaños de madera o hierro y la cerca (o pastor) eléctrica. En
cambio, con este tipo de animales conviene evitar el alambre de
espino.
Las
vallas de postes y travesaños si son sólidos, con las alturas
adecuadas y sin elementos punzantes o cortantes hacia el interior, es
un sistema fiable aunque caro y normalmente utilizado únicamente
para los espacios permanentes de paseo alrededor de patios o cuadras.
El
sistema de pastor o cerca eléctrica consiste en un pequeño
dispositivo que provoca descargas a muy alto voltaje (pero con muy
baja intensidad) muy desagradables en cuanto se toca un hilo o cinta
que está conectado a él. Normalmente se emplea haciendo que el polo
positivo discurra a través de la cinta mientras que como masa (o
negativo) se emplea el suelo mismo. También se pueden poner dos
hilos o cintas cada uno con su polaridad, con lo que el efecto se
consigue cuando se tocan los dos hilos a la vez.
Para
las cercas permanentes de patios de paseo o de prados fijos, conviene
la utilización de un buen sistema de pastor eléctrico de dos o tres
alturas sobre postes sólidos o sujetos a árboles.
Para
las parcelas provisionales o móviles de pastoreo podemos utilizar
unas más ligeras con una sola cinta (para los caballos mejor las
cintas que no los hilos y mejor que sean de color blanco o amarillo,
pues las reconocen más fácilmente) sobre trozos de varilla
corrugada de 10-12 mm de grosor y 1’20 m de largo sobre las que
sujetamos los aisladores.
Conviene
“enseñar” a los animales una primera vez a respetar la cinta
eléctrica acercándolos con cuidado para que la rocen. Una vez la
hayan “probado” la respetan mucho.
Como
fuente de alimentación eléctrica, si es posible, lo más práctico
es el sistema que va conectado a la red de distribución eléctrica.
Para sitios aislados o sin red, mejor utilizar los sistemas que
llevan una pequeña placa solar que se encarga de recargar la pila
eléctrica o aquellos otros que puedes llevarte a casa y conectarlos
a la red para recargarlos.
Un
tema interesante y necesario es el de las
medidas necesarias para el mantenimiento de los pastos con
medidas como:
-evitar
el sobrepastoreo. Quizás convenga acotar a los animales superficies
más pequeñas durante poco tiempo tras lo que las dejamos que la
hierba se recupere evitándoles el acceso durante otro periodo.
-extender
los montones de deyecciones de los animales periódicamente sobre la
superficie de los prados, pues normalmente evitan comer la hierba que
crece alrededor de una de sus “cagadas”.
-cuidar
las zonas de mayor tránsito como son las entradas, alrededor de los
bebederos y el perímetro interior de los cierres o vallados para que
no lo erosionen o “descarnen” demasiado.
SELECCIÓN
ORIENTADA A LA REPRODUCCIÓN DE ANIMALES DE TRABAJO
Como
ya he comentado con anterioridad, gran parte del éxito de un
proyecto que utilice la tracción animal está basado en la
disponibilidad que tengamos de animales de trabajo con una buena
conjunción de:
-Cualidades
mentales como la confianza en las personas, la obediencia, la
tranquilidad y el coraje o valentía.
-Cualidades
de conformación, fisiología y aptitud física para lo que le vamos
a pedir.
Todo
ello condicionado por una parte a la genética del propio animal y
por otra a influencias del medio como educación, alimentación y
doma.
Como
entre los aspectos genéticos la transmisión de las cualidades
mentales es muy fuerte, la probabilidad de obtener animales con buena
aptitud para el trabajo es más elevada cuanto mejores sean en este
sentido los dos padres. Al revés también ocurre.
Por
ello, a lo largo de la ya dilatada historia conjunta de
convivencia-complicidad entre personas y animales, en las zonas o
personas dedicadas a la cría y selección, fueron apareciendo líneas
o linajes de animales más aptos para determinados trabajos. Estas
líneas o linajes eran conocidos entre los profesionales, al igual
que ocurría con las semillas o variedades vegetales que mejor iban
en cada zona.
Si
los animales pertenecen a alguna raza concreta que tenga su propio
registro genealógico o “stud-book”, es más fácil seguir el
linaje que nos interesa i que no se pierda su conocimiento para las
generaciones futuras de aquellas personas que utilizan la tracción
animal de manera profesional. Es una de las razones por las que es
más fácil seguir un trabajo de selección “de sangre” dentro de
los animales de una raza pura que entre animales mestizos o sin
registro.
Así
pues, aunque los animales registrados y pertenecientes a una raza
pura puedan tener un precio inicial de compra algo superior, esto no
suele ser un inconveniente grave, pues el precio de compra de un
animal tan sólo representa una pequeña parte respecto al coste de
mantenimiento sobre el total de la vida útil de un animal de
trabajo.
Entre
los híbridos, la influencia del carácter de los padres tampoco se
debe descuidar, pues igualmente es un aspecto que tiene gran
importancia en la calidad de los mulos o mulas que resultan del
cruce. De hecho en las zonas de gran tradición de cría mulatera
(por ejemplo en el Ariège francés), eran las mejores yeguas las que
se dedicaban al burro garañón.
Además
entre los híbridos también hay que tener en cuenta que es el tamaño
de la madre el que condiciona sobremanera el de las crías. Por ello
las mulas castellanas (hijos de yegua y burro) son de mayor tamaño y
corpulencia que los mulos romos (que nacen de burra y caballo).
Reproducción
y crianza
La
gestación de la yegua dura sobre los 11 meses y algún día (unos
338 días) mientras que la de la burra es de 12 meses.
Pero
en realidad las necesidades nutricionales de las madres tan sólo
comienzan a incrementarse, y de manera gradual, a partir del séptimo
mes de gestación. Por ello ya hemos comentado en otro capítulo, que
no hay inconveniente en que las futuras madres trabajen (cada vez más
moderadamente) hasta, por ejemplo, un par de meses antes del parto.
Incluso la realización de un ejercicio físico proporcionado y
adecuado es uno de los factores favorecedores de un buen
alumbramiento.
Tras
el nacimiento conviene dejar a madre y cría tranquilos un tiempo,
tras el que de nuevo se puede poner en trabajo a las hembras si no se
vuelven a cubrir.
Los
potros, muletos o borriquillos se destetan sobre los seis meses de
edad separándolos de sus madres y llevándolos a lugar aparte.
La
venta de los mismos tras el destete cubrirá los gastos de
mantenimiento de sus madres durante el año, y el único problema que
podríamos tener, es el de compatibilizar el momento del parto y
lactancia (y por lo tanto el obligado descanso de la madre durante
dos o tres meses) con un momento (la primavera) en la que suele haber
abundancia de trabajo en el campo.
También
podemos mantener los animales durante más tiempo e incluso llegar a
iniciarlos ya al enganche y trabajo, vendiéndolos hacia los tres o
cuatro años de edad por un precio bastante superior aunque,
obviamente, que nadie espere hacerse rico con ello, pues tras contar
los gastos de inversión en cuidados, mantenimiento y educación de
un animal durante un año de gestación y tres de crianza,
difícilmente quedan grandes beneficios con su venta.